La tienda de ropa es grande y luminosa, con música de esa que te invita a irte y señoritas que no paran de molestar. La gente de la calle entra y sale sin parar, así que yo también voy a ver que se puede encontrar allí dentro. Como en poco tiempo llega la navidad, está llena de productos, sobre todo de invierno. Voy a la sección en que pone “BUFANDAS”, ya que todavía no he comprado un regalo para mi abuelo, y las bufandas le suelen gustar mucho. Es una habitación pequeña y apartada del resto de la tienda, que no se puede ver desde dentro. Hay bufandas de todos los tipos, colores y tamaños posibles; yo escojo una verde clara, y mientras me la pruebo y me miro en el espejo noto que las otras bufandas me observan, como divertidas por mi aspecto; yo me pregunto que les hará tanta gracia, pero no me atrevo a preguntárselo, por si me toman por loco. Me quito la bufanda verde y cojo una negra, que parece estar enfadada, pero deben ser imaginaciones mías. Mientras me la enrollo alrededor del cuello veo a las otras bufandas reírse descaradamente de mí, y estando ya enfadado, iba a decirles algo, cuando siento que la bufanda negra me aprieta demasiado y el aire no me llega. Intento quitármela, pero está tan pegada que apenas puedo meter los dedos entre la bufanda y mi cuello. Tiro con fuerza, pero la de la bufanda es mayor. Me empiezo a poner rojo, luego morado, y mientras me asfixio oigo las carcajadas de la otras bufandas. Caigo al suelo y se me empieza a nublar la vista, el pánico se me ha apoderado de mí hace rato, intento gritar, pero no puedo, solo oigo las tremendas carcajadas que se van apagando, negro... paz.
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